sábado, 23 de febrero de 2013

TU VERDADERA CONCIENCIA: TU ALMA. Original de Rafael Santamaría


-¿Qué crees que te llevas de éste mundo al morir?
-¿El alma?, Maestro.
-Si pero, ¿qué crees que puede ser ese alma que te llevas contigo al morir?
-¿Mis recuerdos?, Maestro.
-¿Y qué recuerdos son esos que se almacenan como memoria en tu alma?
-¿Mis experiencias?, Maestro.
-¿Sólo tus experiencias...?
-¿Lo que he aprendido a través de mis experiencias?, Maestro.
-Lo que has aprendido a través de tus experiencias y lo que no. ¿Y qué crees que te da el aprendizaje de tus experiencias?, hijo mio.
-¿Sabiduría?
-O lo que es lo mismo...
-No lo sé, Maestro
-Conocimiento.
-Ah!, claro; conocimiento.
-¿Y dónde crees que se almacena ese conocimiento?
-¿En el alma?, Maestro.
-Que dicho de otra manera también sería...
-No lo sé, Maestro.
-Conciencia; en nuestra conciencia se almacena el conocimiento; ¿no?
-Si usted lo dice, Maestro.
-Hijo mio, cuando la vasija del conocimiento está llena de sabiduría tu mente se vuelve Conciencia al hacerse consciente de su verdadera naturaleza.
-Entonces, ¿mente es igual a Conciencia?, Maestro.
-Hasta donde tú sabes eres mente; es decir, la conciencia programada de tu forma de pensar es la mente que tu conoces. Una mente libre de toda programación, libre de todo pensamiento, se vuelve consciente; se vuelve Conciencia.
Si alma y Conciencia, podría decirse que es un misma cosa, tu alma o conciencia, al identificarse con el cuerpo en el que habita, pasa a llamarse ego, o falsa conciencia del Yo. En ese momento pasa a tener una conciencia burda y densa, tan densa como la materia con la que se encuentra identificada. Para liberar tu conciencia o alma de sus ataduras corpóreas, debes abrir tu mente: debes desprogramar tu mente de toda forma de pensar que la limita al cuerpo en el que habita. La Conciencia, cuando libre de todo pensamiento se contempla así misma durante la meditación, se vuelve consciente de si misma; y al descubrir su verdadera naturaleza, los lazos que la mantenían unida al cuerpo: a su identificación corpórea o ego, se rompen.
Cuando la conciencia se desprende del cuerpo en el que habita durante el sueño de la muerte, la Conciencia, liberada de su consciencia corpórea, descubre su verdadero Ser.
De la misma manera sucede cuando, el devoto alcanzando el estado de éxtasis durante su meditación, llega a entrar en el sueño de la muerte
y descubre que la muerte tan sólo es ese estado de reposo para el alma encarnación tras encarnación.                                                                           -¿Igual que lo es el sueño reparador con el que el que descansamos día tras día cada noche?, Maestro.                                                                                                                              
-Igual hijo mío, igual. El alma, o Conciencia, que toma consciencia de su verdadera naturaleza, no necesita de más experiencias terrenales, de más reencarnaciones, para descubrir a través éstas y su aprendizaje, la verdadera naturaleza de su Ser; la verdadera naturaleza de su Conciencia o Alma.
Por eso hay personas a las que les cambia tanto la vida, o su manera de entender y ver la vida, después de haber tenido experiencias cercanas a la muerte. Porque han visto que el cielo existe, o mejor dicho, porque han visto que hay vida después de la muerte.                                                          El cielo que han visitado o visto esas personas es el plano astral, un mundo de luz donde todas las almas transitan encarnación tras encarnación hasta que vuelven a encarnarse o, se liberan de la rueda de las reencarnacionesn y ascienden a un plano superior.
-¡Hay algo superior a ese cielo o plano astral!, Maestro.
-Lo hay hijo mio, pero al él sólo acceden aquellos que han conseguido evolucionar como seres de luz.
-¿Y a dónde va la Conciencia que ha conseguido evolucionar como ser de luz?, Maestro.
-No va a ningún lado hijo mio; se hace Luz; es decir, se disuelve en la Conciencia de la que la procede.
-No lo entiendo, Maestro; todo esto es demasiado complejo para mi.
-Para ti no hijo mio, para tu modo de entender y razonar tus cosas, es decir, para tu mente. No olvides esto nunca hijo mio: abre tu mente deshaciéndote de tu vieja manera de pensar; más por el momento no te preocupes, que no tienes nada que entender, pues todo lo que ahora no sepas a su debido tiempo lo entenderás. 

Kriya Yogui Rafael Santamaría