- Maestro, ¿usted nunca se enfada?, ¿ni un poquito tan si
quiera?
- Ver las cosas sabiendo que lo que ves tan sólo es un
reflejo de lo que piensas te hará entender que enfadarte es darle la razón a tu
ego.
-Sí pero, y si le insultan o le ofenden; ¿tampoco se enfada?
- ¿A quién insultan, a mí, o a mi ego? Entiende bien hijo mío
que nada de éste mundo puede ofenderte si sabes bien a quién va dirigida dicha
ofensa.
- Osea, que según usted cuando me insultan están insultando a
mi ego; ¿no es así?
- ¿Y a quién si no? Si
reaccionas hijo mío, estarás dando la razón a tu ego; y si das la razón a tu
ego, sin saberlo te estás identificando con tu ego.
- Entonces si mi insultan, ¿qué tengo que hacer según usted?
- ¿Y por qué tienes que hacer algo? ¿No te das cuenta que desde
pequeño se te ha enseñado a reaccionar?
- Pero si no reacciono pareceré tonto.
-¿A los ojos de quién parecerás tonto? ¿Acaso tienes que
aparentar algo?, no sabía que tuvieras que aparentar ser algo. ¿No es mejor querer
ser alguien que querer aparentar ser alguien? Piénsalo.
- Pues…, entonces, ¿me tengo que callar? Usted quiere que me
calle, ¿no?
- No, yo no quiero nada; eso tienes que quererlo tú.
- Vale sí, pero entonces me callo y sigo como si no hubiera
oído nada. ¿No es así?
- No, porque en verdad lo has oído. Sólo estás reprimiendo tu
enfado, y si lo reprimes, más tarde o más temprano, acabarás pagando ese
resentimiento con otra persona.
- Entonces, ¿qué quiere que haga? No le entiendo.
- Perdonarle.
-¡¿Perdonarle?!
- Has de entender que si él, su alma, supiera el daño que se está
haciendo, no lo haría; lo que sucede es que su grado de ignorancia espiritual
no le permite ver la Verdad de la vida.
- ¡Usted está loco!, Maestro; de verdad. Yo pensaba que con
los tiempos que corren eso de poner la otra mejilla ya se había pasado de moda.
-Hay cosas que siempre son un clásico, hijo mío.
-¿Usted la pondría?, Maestro; me refiero a lo de la otra
mejilla.
- Prefiero morir perdonando, que teniendo que ser perdonado.
Rafael Santamaría