jueves, 20 de febrero de 2014

EL EGO y LA REACCION; original de Rafael Santamaría

- Maestro, ¿usted nunca se enfada?, ¿ni un poquito tan si quiera?
- Ver las cosas sabiendo que lo que ves tan sólo es un reflejo de lo que piensas te hará entender que enfadarte es darle la razón a tu ego.
-Sí pero, y si le insultan o le ofenden; ¿tampoco se enfada?
- ¿A quién insultan, a mí, o a mi ego? Entiende bien hijo mío que nada de éste mundo puede ofenderte si sabes bien a quién va dirigida dicha ofensa.
- Osea, que según usted cuando me insultan están insultando a mi ego; ¿no es así?
- ¿Y a quién si no?  Si reaccionas hijo mío, estarás dando la razón a tu ego; y si das la razón a tu ego, sin saberlo te estás identificando con tu ego.
- Entonces si mi insultan, ¿qué tengo que hacer según usted?
- ¿Y por qué tienes que hacer algo? ¿No te das cuenta que desde pequeño se te ha enseñado a reaccionar?
- Pero si no reacciono pareceré tonto.
-¿A los ojos de quién parecerás tonto? ¿Acaso tienes que aparentar algo?, no sabía que tuvieras que aparentar ser algo. ¿No es mejor querer ser alguien que querer aparentar ser alguien? Piénsalo.
- Pues…, entonces, ¿me tengo que callar? Usted quiere que me calle, ¿no?
- No, yo no quiero nada; eso tienes que quererlo tú.
- Vale sí, pero entonces me callo y sigo como si no hubiera oído nada. ¿No es así?
- No, porque en verdad lo has oído. Sólo estás reprimiendo tu enfado, y si lo reprimes, más tarde o más temprano, acabarás pagando ese resentimiento con otra persona.
- Entonces, ¿qué quiere que haga? No le entiendo.
- Perdonarle.
-¡¿Perdonarle?!
- Has de entender que si él, su alma, supiera el daño que se está haciendo, no lo haría; lo que sucede es que su grado de ignorancia espiritual no le permite ver la Verdad de la vida.
- ¡Usted está loco!, Maestro; de verdad. Yo pensaba que con los tiempos que corren eso de poner la otra mejilla ya se había pasado de moda.
-Hay cosas que siempre son un clásico, hijo mío.
-¿Usted la pondría?, Maestro; me refiero a lo de la otra mejilla.
- Prefiero morir perdonando, que teniendo que ser perdonado.

Rafael Santamaría

miércoles, 19 de febrero de 2014

LA PAZ QUE MEDITO;original de Rafael Santamaría



Dedicado a las sabias enseñanzas con que mi Maestro me inició.





-Maestro, usted me dice:"Medita, tan sólo medita; que todo lo demás vendrá por si sólo"; y ya medito!, pero cómo sé que mi meditación es correcta si no observo nada?
-Qué sientes cuando meditas?, hijo mío
-Que qué siento cuando medito?
-Si, qué sientes?
-Paz?
-Esa paz que tú sientes es la conciencia de tu alma. Verás, hay tres tipos de conciencia: la corpórea, la mental, y la del alma. 
La mayoría de la gente tan sólo tiene una conciencia corpórea, es decir, tiene conciencia de su aspecto físico o cuerpo. Luego hay unos cuantos que sienten inquietud por saber de dónde vienen y a dónde van en éste periplo por la tierra al haber sido "despertados" por diferentes traumas que han ido padeciendo durante su vida, éstos, tienen una conciencia mental en lo que se refiere a que intentan a través de la observación de su mente descubrir la infinitud del Universo. Y por último están aquellos que transfieren su atención, su energía, a la paz que alcanzan cuando consiguen desatender los estados febriles de una conciencia corpórea y/o mental. 
Cuanto más profunda sea tu concentración en esa paz que sientes al meditar, cuanto más profunda sea tu concentración en tu alma, más te estarás desapegando de la conciencia ilusoria a la que eres sometido constantemente tanto por tu cuerpo como por tu mente. 
Una vez que gracias a la perseverancia y profundidad de tu meditación ahondes más y más en esa paz, la paz que alcanzarás cada vez será más profunda. 
Y será en esos estados de profunda paz donde tu alma: la paz que has descubierto que tú eres, por similitud a la profunda paz que cada vez encuentra con mayor facilidad y en la cual se reconoce, se expandira hasta hacerse una con esa que paz que ha encontrado existente en todo lo creado, es decir, se hará una con la Conciencia de Dios o paz de Dios en todo lo creado.
Ahonda pues en la paz que sientes cuando meditas hijo mío, que el camino que sigues es el correcto, pues sigues la estela de la paz que has encontrado en tu interior, es decir: tu alma.
Rafael Santamaria