domingo, 16 de enero de 2011

EL ACTOR, EL PERSONAJE Y LA OBRA; original de Rafael Santamaría

El horizonte no es el mañana; el horizonte abarca al mañana, y el mañana está en el horizonte.
A vosotros:


"No hace mucho vino hasta Mi un hombre que decía llamarse como Yo. Es cierto que entre él y Yo había un gran parecido que no sabría bien explicar, pero no menos cierto era que aquel que decía ser Yo no era Yo, en todo caso, era una parte de Mi que se hacía pasar por lo que Yo no Soy. Y  en su particular forma de ser ví rasgos con los que podría haber llegado a identificarme; y en su manera de hablar había algo que podía llegar a convencerme si me hubiera dejado convencer; pero aquel que decía ser Yo, no era Yo.
Aquel hombre, era un buen hombre que hacía lo mejor que sabía su papel de hombre. Había adoptado el nombre que me identificaba como humano para ser humano y representar ante los hombres su condición humana y así, y de ésta manera, llegar hasta Mi, hasta el Ser que Yo Soy en cada uno de vosotros.
Entre los hombres se comportaba como hombre, pues debía ser a través de su naturaleza humana como debía llegar de nuevo hasta Mi; y entre las lágrimas y el desanimo de su aprendizaje casi siempre acababa encontrando refugio en Mi, mas cuando no lo encontraba porque no lo buscaba, caía aún más en el vicio de las emociones que da sentido a la llamada naturaleza humana. 
Aquel hombre que jugaba a ser hombre junto a otros que como él conocían las reglas del juego, interpretaba a la perfección el papel que había escogido interpretar para darse cuenta de su calidad como actor a la vez que aprendía del papel de su personaje; pero bien es cierto, que entre tanta comedía y tanto drama, el hombre que decía ser Yo, cayó en el olvido de su condición de actor para vivir intensamente el personaje de aquel instante al que llamo vida para poder vivir en él.
Y entre los aplausos del público creyó ser lo que no era, y entre tanto bullicio no escucho Mi Voz y se refugio fuera. Y de esta manera, puso toda su mente, puso toda su atención, puso toda su energía, allí donde le requería su personaje. Y víctima de las alegrías y las penas, vivió dentro de su personaje el efimero sentido que tiene la vida cuando la perspectiva de la misma no tiene más horizonte que la expiración.
Y terminada su actuación con un final de muerte, prorrogó el contrato de su interpretación hasta que no hubiera obra en la que tuviera que representar un papel. 
Pero en una de ellas, en una de aquellas obras, diose la causalidad de que su cometido era verme tal y como Yo Soy. Y así, cumpliendo con aquella tarea y dejando su vista a un lado, abrío los ojos para poder verme. Y una vez me hubo visto, dejó todo papel, dejó toda interpretación, para volver a Ser El, para volver a Ser Yo. 
Y así es como aquel hombre que decía ser Yo vino hasta en Mí en calidad de hombre. Y así es como aquel hombre recuperó su identidad al deshacerse del personaje que le había llevado a ignorar su alma: el lugar donde Yo habito en cada uno de vosotros.
El actor que interpreta es el alma que necesita aprender de cada personaje, pero aquel personaje que que se olvida que es actor, que es alma, aquel ya toma forma en su personaje y sólo desea más obras para prorrogar la vida del protagonista que siente que es.
Y aquel que no reconoce su personaje, es que vive en su personaje y el mundo que alrededor de él ha creado. Mas aquel que vive en Mí, aquel aprende de su personaje la forma para poder regresar hasta Mí. Pues sabe que el camino es él, y sabe que Yo Soy el final a todo camino.
...no hace mucho vino hasta Mi un hombre que decía llamarse como Yo. Lo cierto es que sabía Mi Verdadero Nombre.
Aquel que viene hasta Mí sabiendo que él Soy Yo, aquel conoce Mi Verdadero Nombre" 

Sensei Rsan
Técnicas de Relajación ZEN
C/Huesca 29
Madrid