lunes, 9 de junio de 2014

PAPÁ, TÚ POR QUÉ TE CASASTE?; original de Rafael Santamaría


-Papá, tú por qué te casaste?
-Qué yo por qué me casé?..., buena pregunta. Supongo que por experimentar lo que era estar casado, para llamar la atención de tus abuelos (paternos), por estatus, es decir, para tener un estado civil que parece que te da una posición social distinta a la de estar soltero..., es difícil de explicar hijo mío.
-No te casaste por amor?
-No, creo que no hijo mío; porque por amor he llegado a la conclusión de que no es necesario casarse.
-Entonces, si no te casaste por amor, por qué te casaste?
- Ya te lo he dicho.
- Pero, por qué?
- Tú, por qué te casarías con alguien? Dime.
- Pues por amor.
- Qué amor?
- Pues por amor, papá.
- Pero por qué amor?
- Yo me casaría con una persona si la amo.
- Tú me amas?
- Qué!
- Más de una vez me has dicho que me quieres.
- Vale, sí; te quiero.
- Cásate conmigo.
- Papá!
- Ah!, claro; perdón que soy tu padre. Osea que tú te casas no por amor a alguien, sino que te casas para..., mejor dicho, por la definición que tienes en tu mente de lo que tú llamas matrimonio. Y sabes qué?, que muy probablemente, si no tomas conciencia antes, te acabes casando por todas aquellas razones por las que a tu mente le gustaría casarse. No te casas tú, en verdad se casa tu mente. 
- Papá!, no te quedes conmigo.
- Qué son los celos?
- Qué celos?
- Te gusta alguna chica en el colegio?
- Papá!
- Te gusta alguna chica en el colegio?
- Si.
- Y a ella le gustas tú?
- Papá!
- Y a ella le gustas tú?
- No.
- Qué sientes cuando ves que la chica que te gusta se fija en otro chico?
- Duele!
- Dónde y cómo duele?
- No lo sé.
- Vale, está bien. Y tú crees que ese dolor que sientes es amor?
- Pues yo creo que sí.
- Pues no, te equivocas; simplemente te gusta. Es el hecho de no poder tener lo que te gusta lo que te hace encelarte con aquello que deseas y no tienes, y eso te acaba produciendo dolor. Cuando un deseo se convierte en una necesidad para tu mente, por el motivo que sea, no vamos a entrar ahora en detalles, tu mente no puede quitarselo de la cabeza. Si ese deseo hace referencia a una persona: hombre o mujer, tu mente lo idealiza a través de las similitudes que encuentra dentro de los esquemas mentales (archivos mentales) con los que ella ha aprendido (o le han enseñado) lo qué es una relación de pareja. Cuando tu mente idealiza una cosa, tu mente vive o pasa mucho tiempo, en esa cosa que ha idealizado; es decir, que no deja una y otra vez de dar vueltas, de pensar, sobre esa misma cosa. Si ése estado de idealización al que esta sometida tu mente corresponde con una relación de pareja, tu mente te hace sentirte enamorado a través de unas emociones que ponen en funcionamiento distintas partes de tu cuerpo. Tu enamoramiento surge por atracción hacia una persona cuando ésta te gusta por muchas cosas además de por su forma física; pero en el amor, en el verdadero amor, no hay gustos, ni formas ni atracción, es decir, no hay condiciones, no hay nada mental, sólo amor. 
- A mamá le has contado todo esto?
- Tú que crees?
- Que no.
- Verás; hace ya muchísimos años, una vez salió de puerto un gran barco dirección a las antípodas en busca de tesoros. Mucha gente se enroló en aquel barco pensando en los tesoros que prometía aquella gran aventura. Pero el viaje fue largo, muy largo, y cuando llegaron a su destino, no encontraron más que aborígenes de aquel lugar defendiendo su territorio.
- Así es el matrimonio?
- No tiene por qué, escucha: Muchos tuvieron que esperar a que el barco zarpara de vuelta para volver a sus casas, y cuando regresaron con las manos vacías, muchos les preguntaron que por qué habían ido hasta allí, si allí no había nada; a lo que más de uno respondió: "Siempre pensamos que allí habría algo. Y hasta que no llegamos allí y pudimos comprobar con nuestros propios ojos que allí no había nada, no supimos que en verdad no había nada allí". Hijo mío, todo estaba en sus mentes, y en lo que habían idealizado con aquel gran viaje. Ahora da igual lo que yo te cuente de por qué me casé y todo este rollo que te he metido, si tu mente te quiere hacer pasar por esa experiencia del matrimonio, tú buscaras, como hice yo, la persona más afín a tus condicionamientos mentales que te pueda ayudar a hacer realidad tu experiencia matrimonial; y hasta que no pases por esa experiencia, hasta que compruebes por tus propios ojos que quien se casa es tu mente, nunca entenderás mis palabras; pues sólo la experiencia da el conocimiento.
Rafael Santamaria