Qué
poco sabe el hombre que no sabe de sí mismo. Yo pensaba que el conocimiento me
lo daría el ser perfecto, y que dicha perfección sólo la alcanzaría haciendo
las cosas lo mejor que supiera y pudiera. Pero un día descubrí que dicha
perfección sólo está al alcance de aquel que se conoce a sí mismo. ¿Y quién se
conoce a sí mismo?, me he preguntado más de una vez. La respuesta la hallé cuando
descubrí que es sólo cuando una se acepta tal y como es, con todos sus defectos
y sus virtudes, como uno está demostrando que conoce todas sus facetas: las
buenas y las malas; pues quien sólo quiere conocer sus virtudes es un necio,
mas quien se ha pasado su vida intentando cambiar sus defectos ha demostrado no
saber amar aquello que él también es.
En
verdad os digo que uno no puede cambiar un defecto si no se ama a sí mismo,
porque la verdadera naturaleza de un defecto proviene de la falta de amor hacia
uno mismo. No quiere decir eso que no importe el que uno se equivoque, ¡claro
que importa!, sino que el error es parte del aprendizaje cuando uno quiere ver en
sus errores el aprendizaje que necesita para llegar a conocerse a sí mismo.
En
éste mundo sólo unos pocos están exentos de no equivocarse, pues la condición
humana invita siempre al error; pero no menos cierto es que es gracias a nuestra
condición espiritual como podemos ver que no estamos haciendo lo correcto.
Quien
se deja llevar por la inercia de lo que le han enseñado no deja de ser un autómata
de la sociedad. Pues libre sólo es aquel que no necesita de reglas para hacer
lo correcto, pues se ha liberado del yugo de todo pensamiento al llevar la
mente a su corazón.
Nadie
que dice amar sabe lo que dice, pues el verdadero amor no lo conoce más que
aquel que en vez de hablar de amor se puso a escucharse a sí mismo.
Tengo
la esperanza de encontrar algún día, más allá de esa paz que da el silencio, ése
amor verdadero libre de toda caracterización cinematográfica y social con la
que se conoce lo que vulgarmente se llama amor.
Creo
que una vez que el alma se deshace aceptando la pesada carga que supone la
conciencia corpórea: el ego, la experiencia extrasensorial de lo que de verdad
somos ilumina ciertamente nuestro cuerpo haciéndolo tan luminoso como en verdad
es. Por eso quien ve la luz, se ha visto tal y como en verdad es.
Meditar
es una forma de ver lo que aún no somos capaces de ver, y no me refiero a ver
ese tipo de cosas que están más allá de este plano material, sino a esos
errores que uno nunca quiere ver porque todavía no está preparado mentalmente
(en conciencia) para poder admitirlos como suyos y aprender de ellos.
Y
recuerda que es muchas veces el sentimiento de culpa el que no te deja avanzar
en tu vida. Si no eres capaz de perdonarte a ti mismo por no haber podido, o no
haber sabido, hacer las cosas como te hubiera gustado hacerlas, cómo quieres entonces
perdonar a otros cuando éstos las hacen de manera muy distinta a como a ti te
gustaría que se hiciesen. Y si siendo así como digo tú no sabes perdonar, como
entonces pretendes saber amar.
Perdónate
por todos tus defectos y habrás ganado un amigo: aquel que siempre estuvo a tu
lado aunque tú muchas veces no fuiste consciente de ello: TÚ, Tu verdadero YO.
Kriya
yogui Rafael Santamaría
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