Un hombre estaba durmiendo bajo la sombra que proyectaba la copa de un árbol cuando una rana se le acercó y lo despertó.
- ¿Sabes que si me das un beso me puedes convertir en una princesa? - le insinuó la rana - Hay una princesa dentro de mí, pero para ello tienes que besarme primero.
- ¿Y qué gano yo besándote?, - contestó preguntando aquel hombre - pues podrías ser una princesa fea; fea y pobre. ¿Y de qué me sirve una princesa fea y pobre?
- Si sólo buscas en una princesa que sea guapa y rica, nunca ganarás nada ni aún cuando la encontraras - le replicó la rana - El reino que yo te ofrezco es un reino sin rey, pero con una princesa llena de amor que algún día será Reina.
- ¿Reina de qué?, jajaja - preguntó riéndose con sarcasmo - Tú sólo buscas que te bese. Además, ¿quién besa a una rana por amor? ¡Qué asco! Déjame seguir durmiendo, anda. ¡Vete!
Y la rana se fue y aquel hombre siguió durmiendo.
Cuando aquel hombre regresó a su hogar, su anciano padre le estaba esperando a la puerta de casa.
- Me han dicho que te han visto hablando con un "ser de luz" en la ermita.
- ¿Un ser de luz? ¡Era una rana!, padre - exclamó.
- ¿Una rana?, hijo. ¿Me estás diciendo que una rana puede hablar?
- Bueno, era un princesa...
- ¿Una princesa? - preguntó el padre sorprendido.
- No lo entenderías, déjalo - le respondió
- ¿Era una princesa o una rana?, en qué quedamos - insistió el padre
- ¡Da igual! Además, ¿qué es un "ser de luz"?
Entonces el silencio pausó aquella conservación .
- ¿Para ti?..., para ti está visto que no es más que una rana que puede hablar - contestó el padre.
Quien no sabe, no ve.
Pero quien tiene el corazón ciego, tampoco sabe.
Om Shanti
La paz sea contigo
Rafael Santamaría
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