martes, 16 de febrero de 2016

EL CORAZÓN; original de Rafael Santamaría

Ninguna reflexión te sacará de dudas, de dudas sólo te saca tú corazón. Pero no le hagas preguntas, que entonces lo conviertes en mente, mejor escuchale sin preguntar: medita.
Porque él habla en el silencio de tu mente, porque él habla sin pensar. No pienses y le escucharás.
Y no es cuestión de parar la mente, sino de dejar de pensar. Tu corazón te lo agradecerá.
Pues tus pensamientos lo desgastan haciéndole pensar.
No fue hecho para pensar, ni para sacarte de dudas, o resolver problemas. Él es la ecuanimidad. El punto medio donde la balanza de nuestra vida debería estar, ya que su amor es del todo imparcial.
Y no lo lleves al terreno de tu mente, ni abones ése terreno con tus pensamientos. Déjale donde está. Su sitio es su lugar. Pues en cualquier otro sitio estará fuera de lugar.
Entiende que las personas más felices son las que lo saben escuchar, pero que la mente siempre interviene para hacerlo callar. Que la infelicidad está en cómo piensas y cómo le hagas pensar. Y que cuanto más desaprendas lo que sabes más cerca de él estarás. Su conocimiento se basa en saberse dar, su sabiduría: en saber escuchar.    
Él es el camino que nos libera de la acción de pensar.
En él reside el entendimiento y la comprensión, pilares éstos de la verdadera aceptación.
La mente no ha de interferir nunca en el corazón, pero el corazón si ha de intervenir siempre en los designios de la mente. Pues entiende que lo que el corazón quiere la mente se lo muestra.
Él es la causa primera de nuestra existencia y su fin último.
Todo esta en nuestra mente porque todo es mente, si; pero todo lo que está en nuestra mente proviene de nuestro corazón, porque todo cuanto existe está hecho de amor.
Rafael Santamaría

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