En cierta ocasión fui a buscar a mi hijo al colegio.
Como no le encontraba empecé a buscarle por las aulas. Al final le encontré en una clase que no era la suya. Estaba en un rincón.
- ¿Qué haces ahí? - le pregunté a mi hijo. Pero la que me respondería sería la profesora que le vigilaba.
- Está en el rincón de pensar, ha hecho una cosa mal y necesita reflexionar.
- Ah, muy bien ¿Y dónde está el rincón del perdón?
- ¡Cómo! - exclamaría
- Si, necesita un rincón del perdón, si no aprende a perdonarse no aprenderá jamás; créame.
Un año más tarde tuve la ocasión de visitar de nuevo el interior del colegio. Nunca encontré el rincón del perdón.
Así es muy difícil aprender, me dije.
Rafael SantamariaEL
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